miércoles, 12 de septiembre de 2012


HOMBRE SER RACIONAL

La imagen del hombre como ser racional, igual y libre, la teoría del pacto social, como fundamento de la sociedad civil y el poder; y la concepción utilitaria del castigo, no desprovista de apoyo ético, constituye tres sólidos pilares del pensamiento clásico.  La Escuela Clásica simboliza el transito del pensamiento mágico, sobrenatural, al pensamiento abstracto, del mismo modo que el positivismo representará el paso ulterior
hacia el mundo naturalistico y concreto.  Su punto débil no fue tanto la carencia de una genuina teoría de la criminalidad  (etiología) como el intento de abordar el problema del crimen prescindiendo del examen de  la  persona  del  delincuente  y  del medio  o  entorno  social  de  éste. Como  si  pudiera concebirse  el  delito  a modo  de  abstracción  jurídico-formal.  Por  otro  lado,  y  fiel  a  los postulados  del  liberalismo  individualista  de  su  tiempo  (legalista  y  humanitario),  fue absolutamente  incapaz  de  ofrecer  a  los  poderes  públicos  las  bases  e  información necesaria para un programa político criminal de prevención  y  lucha contra el crimen, objetivo  de  especial  importancia  en un momento  de  crisis  económica  y  social,  y  de inseguridad generalizada. Optó por la especulación, por los planteamientos filosóficos y metafísicos, por los dogmas (libertad e igualdad del hombre, bondad de las leyes, etc.), deduciendo de los mismos sus principales postulados.  

La segunda orientación criminológica opera en el marco de las ciencias naturales, y no en el de  las ciencias del espíritu;  si bien hay que reconocer que no  se  trata de un marco  unitario,  homogéneo  y  cerrado  sino  del  empleo  fragmentario  y  sectorial  de  un nuevo  método:  el  empírico  inductivo,  basado  en  la  observación  de la  persona  del delincuente y del medio o entorno de éste. Interesa, ante todo, en cuanto precursor del positivismo criminológico,  al que  se anticipó en  lustros. Las principales  investigaciones se llevaron a cabo en los más diversos campos del saber. En la incipiente ciencias penitenciarias, por ejemplo, sus pioneros Howard (1726 1790)  y  Bentham  (1748  1832)  analizaron,  describieron  y  denunciaron  la  realidad penitenciaria  europea  del  siglo XVIII,  consiguiendo  importantes  reformas  legales (Howard) o formulando la tesis de la reforma del delincuente como fin prioritario de la Administración y la necesidad de acudir al empleo de estadísticas (Bentham) Desde el ámbito de la Fisionomía, Della Porta (1535 1616) y Laveter (1741 1801) se  preocuparon  del  estudio  de  la  apariencia  externa  del  individuo,  resaltando  la interrelación  entre  lo  somático  y  lo  psíquico.  La  observación  y  el  análisis  (visita  a reclusos,  práctica  de  necropsias,  etc.)  fue el  método  empleado  por  los  fisiónomos, Particularmente  conocido  es  el  retrato  robot  que  ofreció  Lavater  del  que  denominó hombre de maldad natural, basado en supuestas características somáticas de éste. Y, en la  praxis,  el  conocido  Edicto  de  Valerio  (cuando  tengas  dudas  entre  dos  presuntos culpables, condena al más feo) o la fórmula procesal que, al parecer, impuso en el siglo XVIII  un  juez  napolitano,  el marqués  de Moscardi  (oídos  los  testigos  de  cargo  y  de descargo,  y  vista  tu cara  y  tu cabeza,  te  condeno), que responden  a  tales concepciones fisionómicas, de escaso rigor teórico científico, pero de gran arraigo en las convicciones populares y en la praxis criminológica.

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