miércoles, 26 de mayo de 2010

Crisis por desmembración de la familia

Crisis por desmembración de la familia
Empíricamente, no hay prueba de la incidencia de la variable del desmoronamiento familiar, o de los efectos causados por la familia incompleta sobre la criminalidad; sin embargo, es nuestra hipótesis que las leyes del condicionamiento y de la educación, según vimos, tienen su más decisiva eficacia dentro del ámbito familiar.
Debe merituarse, cuidadosamente, que sólo en este ámbito familiar pueden seguirse sistemática y continuadamente los modelamientos de la conducta. Pero, además, allí se forman, aunque hoy más deficientemente, las estructuras basales aprendidas que hacen las veces de piso sobre el cual subyacen los impulsos potenciales y direccionalmente inespecíficos de la especie biogenética.
El piso está constituido por estructuras impulsivo motivacionales formadas por la educación postnatal; éstas dan sentido y dirección a las pautas hereditarias y arrancan de inicio el ovillo de la filogénesis.
El joven se orienta con un rumbo y con un repertorio de necesidades y de medios de logro, instrumentales operantes. Ya modelado el joven, filtrará el estímulo subsiguiente, aceptando o rechazando las orientaciones con las que se enfrenta; de esta manera va a rendir examen en la compleja interacción social, tales como la escuela, los amigos, etc.
Se ha observado que en los historiales criminales sobresalen las variables de los conflictos familiares: padre criminal o bebedor; madre licenciosa; padres enfermos, sin trabajo, divorcios, etc. Como bien se señala, la perdida precoz de los padres y las relaciones críticas entre éstos constituyen una mala base en la educación.
Si se atiende a las reglas de modelamientos, educación o condicionamiento se sabe que éstos operan por señales verbales, tales como los consejos, así como por el ejemplo de los padres, modelo conductual y, finalmente, por la concordancia entre éstos y el reforzamiento de aprobación o desaprobación, lo cual va a ser puesto a prueba pronto fuera del hogar.
Claro que la ley general dada, que obedece a conclusiones derivadas de pruebas moleculares y controladas, no es sino una regla que indica lo que debe y no debe hacerse, sin pretensión mecanicista. Y también es cierto que existen disposiciones constitucionales más o menos favorables o adversas.
Crisis entre la familia y
El medio en los modelamientos sociales
En un punto crítico, cuando las normas, los valores y significaciones sociales, la conducta emitida por los demás y los efectos de nuestra propia conducta pierden su correspondencia, el aprendizaje criminal halla su campo más propicio.
Existen unos modelamientos sociales de la conducta criminal. En su aprendizaje familiar, individual y sociocultural, el niño va analizando, siguiendo leyes que se llaman de refuerzo, todas las relaciones causales que le son de interés significativas y, al mismo tiempo, las consecuencias de su propia conducta, esto es: cuál es premiada y elogiada, refuerzo positivo; cuál es desaprobada o castigada, refuerzo negativo; cuándo cesa de ser desaprobada, refuerzo positivo por retiro de la aversión, o de ser aprobada, refuerzo negativo por retiro del positivo. Además de lo ya dicho, el niño y el joven observan la correspondencia de las señales y refuerzos en la conducta de los mayores, por ejemplo, si el ladrón es efectivamente desaprobado o si el ladrón es admirado por la obtención de una gran fortuna y por su aprendizaje de evitación del castigo;
El joven no es solo producto de una educación familiar; en efecto, existe una pluralidad de agentes de socialización, pero ello no invalida en absoluto el papel y las leyes de los modelamientos familiares, ni obsta a la formación de estructuras filtro o basales, los que conforman la disposición aprehendida, con direccionalidad y sentido, por oposición a la predisposición genética sobre la que aquélla actúa.
Orfandad, divorcio, desocupación y delito
Por lo visto se comprende que todo aquello que debilita el modelo familiar, la autoridad paterna, la unión conyugal y la estabilidad de la familia, deteriora la enseñanza del hogar, dando lugar a experiencias ambivalentes y a un vacío en la educación sociocultural primaria de tipo sostenido, coherente y auto correctivo.
Cuando millones de familias van dejando de cumplir el rol de los modelamientos de las nuevas generaciones, el Estado se ve totalmente desbordado; ello, al no poder sustituir jamás al núcleo familiar.
Los esfuerzos del Estado en el campo preventivo y en la asistencia vital básica pueden llegar a ser tardíos e insuficientes; ello, salvo que apuntalen, a tiempo, a la familia: unidad grupal que por cientos de miles de millones de unidades singulariza y controla la continuidad cultural y la homeostasis o reequilibrio frente a las cambiantes condiciones extremas.
Es inútil atribuir las causas del delito y su sanción a la sociedad industrial o a la sociedad capitalista, porque en mayor o en menor medida, ni aquél ni la cárcel han podido ser eliminados, tampoco, en la Unión Soviética; allí, al fracaso de la persuasión debe suceder el castigo de inmediato e inexorablemente rápido y seguro.
Claro que los americanos y los rusos no ignoran que el refuerzo negativo se hace eficiente por su seguridad e inmediatez y no por su gravedad, así como lo afirma la tesis conductista.
La cárcel obedece a la necesidad de disciplinar al proletariado en la moderna sociedad industrial; sin duda, como esta institución no ha desaparecido en la sociedad de los proletarios, aquélla es sólo una racionalización ideológico política, que ignora que la criminalidad nace con el hombre; ello ante la imposibilidad de socializarlo mecánicamente como a un autómata. Las más severas penas fueron históricamente su inevitable consecuencia y en todos los casos existió, o pudo invocarse, un propósito de defensa social y, a su vez, disciplinario y asegurativo de los diversos órdenes jurídicos instituidos.
Volviendo al tema central que nos ocupa, digamos que las cifras estadísticas prueban un mayor índice de criminalidad entre hijos de divorciados, separados y huérfanos; pero las razones se hallan en las condiciones en que tiene lugar, en estos casos, el aprendizaje sustituto.
Las sociopatías más significativas, desde el punto de vista del desarrollo infantil, son las que tienen relación con la estructura familiar, especialmente con los denominados hogares destruidos.
Pobreza y vivienda
Otros estudios demuestran inequívocamente que la pobreza y la vivienda precaria o su carencia se correlacionan con un mayor índice de criminalidad, todo lo cual es obvio y obedece a las mismas leyes ya comentadas.
Las consecuencias de la pobreza, atemperadas en los EE.UU. y en otros países avanzados por vía de la acción del Estado, son verdaderamente desastrosas en los países con menores recursos; ello ha ido llevando a familias enteras a la desnutrición, a la enfermedad física y mental y a una marginación inevitable.
En los EE.UU. existen regiones completas, como las de los apaches, hundidas en la penuria económica; en Sudamérica y en general en muchas áreas del tercer mundo, países enteros se ven sumergidos en condiciones de vida subhumana.
Algunos autores, desde una posición crítico marxista, suponen que la parte dominante de la sociedad consolida muchas carreras criminales de sus marginados. Este sistema carcelario es básicamente un instrumento esencial para la creación de la población criminal reclutada casi exclusivamente en las filas del proletariado y separada de la sociedad.
Las situaciones de pobreza por crisis internacionales suelen vincularse con los períodos de guerra y postguerra.
Crisis socioeconómicas, guerra y postguerra
En términos generales, y por simple aplicación de las leyes de evolución, adaptación y crisis, puede afirmarse que en los intentos homeostáticos poblacionales frente a los grandes cambios socioeconómicos y sociopolíticos las tendencias de reequilibrio se ven superadas vertiginosa e imprevisiblemente. Las bruscas desviaciones en las cifras de la criminalidad se enlazan con cambios repentinos y graves de la marcha normal de la vida colectiva de un pueblo, tal como ocurre mediante los períodos de guerra y postguerra.
Durante la primera guerra mundial, y ya en 1915, solo el número de hurtos cometidos por menores se habría elevado en un 30%
En 1918, con la revolución, Alemania se hallaba frente a la guerra civil, el caos y la inflación; una gigantesca ola de criminalidad irrumpió entonces, hasta reducirse luego coincidentemente con la época de normalización económica financiera.
Los crímenes durante la guerra son diversos en las poblaciones civiles afectadas y entre los soldados.
En primer término, la guerra aviva, de por sí, gran parte de los impulsos agresivos reprimidos entre combatientes. Pero es en la situación de pánico de la derrota donde la desintegración del espíritu de grupo produce un abandono del grupo y un retorno aislacionista o individualista.
En tales casos suelen dirigirse estos impulsos agresivos contra sus antiguos asociados y contra los destronados líderes. La situación de pánico, en soldados pertenecientes a un ejército que ha fracasado en el campo de batalla, debe ser considerada como una neurosis de guerra transitoria, la cual afecta incluso a individuos predominantemente normales. Científicos basados en experiencias propias, resaltan el hecho de que las psiconeurosis bélicas suelen ser capitalizadas por la perversión.
La violencia suele manifestarse tanto durante la lucha como en las instancias de ocupación de las poblaciones civiles. Por otra parte, la distribución de la criminalidad se modifica sustancialmente durante las guerras; en efecto, durante los conflictos armados los hombres y los adolescentes son los que primero se movilizan y los puestos de trabajo en la población civil se sustituyen por mujeres y niños, en quienes recaen las mayores probabilidades criminógenas situacionales. Los períodos de postguerra presentan la mayor variabilidad criminal; todo favorece esta tendencia: la pérdida de valores morales; los efectos de la ocupación; las transformaciones en la conducta psicosocial de los ex combatientes; la miseria económica; la fuerza psicológica frustrante de la derrota; la necesidad de vivienda; la falta de combustible, etc. Las necesidades, son un poderoso estímulo para la resolución criminal de los conflictos familiares y personales.
En Alemania, poco después de haber concluido la guerra, la delincuencia, lejos de decrecer, aumento. Y se le puede atribuir este fenómeno a las crisis socioeconómicas, como factores de privaciones materiales, una incidencia mayor o menor en la criminalidad propia de la guerra, de la postguerra y de los períodos revolucionarios, etc.
Lo rescatable, en punto a las eventuales investigaciones futuras, lo más correcto, aunque no riguroso control de las variables intervinientes, es la hipótesis de que cada fenómeno económico y socialmente critico ofrece un tipo propio o particular de reacción criminógena; éste se corresponde con cada complejo integral de esas variables independientes, así como con el estado impulsivo motivacional y las reservas homeostáticas previos de cada población en particular; al menos, ideal y racionalmente y sin perjuicio de las variaciones propias de la interacción dinámica.
En realidad, salvo en los supuestos de caos moral y derrumbamiento de los valores sociales centrales, pensamos que las llamadas emergencias económico comunitarias pueden acentuar un tipo de delitos, tales como los saqueos, violaciones, defraudaciones, homicidios con fines políticos, torturas o apremios ilegales, etc. O un tipo de autores, así como por ejemplo, mujeres, niños, soldados, grupos revolucionarios civiles, especuladores fraudulentos, etc. Pero ello no significa, necesariamente, un auge de la delincuencia general.
Debe tenerse en cuenta que ciertas emergencias, al tiempo que ven incrementar algunos actos de pillaje, pueden también reflotar la solidaridad.
Este campo de macro variables sociopolíticas complejas de cualquier modo, no es aún su

jueves, 20 de mayo de 2010

PREVENCIÓN SOCIAL EDUC. Y DELINCUENCIA

PREVENCIÓN SOCIAL, EDUCACIÒN Y DELINCUENCIA
Toda educación debe comenzar desde la infancia, y tarde o temprano deberá rendir prueba social; ello, en una interacción que comienza ya en el propio jardín infantil o en la escuela o con los amigos.
El esfuerzo educativo individual es sólo una gota en el océano comunitario; ello es así cuando no va acompañado de una prevención superior o social.
En consecuencia, la inconducta y la desintegración social pueden anular toda educación; ello ocurre en una comunidad desorganizada o abandonada a su suerte, con patrones de conducta ambivalentes y sin valores centrales firmes. Las acciones de profilaxis individual, grupal o social deben actuar de consuno e interrelacionarse hacia una finalidad común.
La sociedad podrá curarse si se puede cambiar de manera tal que la persona reciba refuerzo generoso y consistentemente y, por tanto, se realice, adquiriendo y manifestando un comportamiento exitoso.
Con mejores formas de enseñanza, se hará una utilización más efectiva de la dotación genética. Mejores condiciones de incentivos significan más y mejores bienes y condiciones de trabajo más agradables; así también las formas más interesantes de arte, música y literatura significan menos deserciones hacia otros modos no sociales de vida.
Se reconoce la ventaja de afrontar preventivamente la criminalidad en vez de punirla, se considera que la lucha contra el delito no se halla suficientemente desarrollada.
La profilaxis criminal podrá tener una mejor o peor implementación, según los recursos, las condiciones y disposiciones comunitarias (económicas, científicas y culturales); pero las herramientas, en tanto conocimientos rigurosos con aptitud para reducir la tasa criminal operante, son suficientes y superan las expectativas de décadas pasadas.
Se sostiene que la teoría de la actividad profiláctica social se ha ido creando durante muchos decenios. Esta teoría tiene ya su evolucionado estadio de desarrollo, correspondiéndose sobradamente con las exigencias metodológicas de la ciencia moderna. Ella ha alcanzado plena madurez, ha elaborado sus instrumentos y su aparato categorial. A pesar de la importancia de las medidas administrativas y jurídicas, el papel decisivo en la superación de los fenómenos antisociales corresponde a la actividad profiláctica social, a la eliminación de los factores morales, económicos y sociales concretos que suscitan anomalías morales.
Así como en la órbita socialista se ha puesto de relieve el papel fundamental de la profilaxis, no menos ha ocurrido en los EE.UU. y en Europa. No se trata de la antítesis prevención o represión sino de prevención y represión eventual.
Debe observarse en este acuerdo científico que los propios soviéticos dice: “El transgresor de la ley debe saber que el riesgo que corre es tan grande y el castigo tan severo, que al perpetrar su delito, perderá más de lo que gane”. En nuestro tiempo, la coerción aún no ha desaparecido, ni mucho menos se ha disminuido.
Es casi un lugar común el insustancial enfoque por el cual la prevención que se anticipa educativamente al hecho o al estado peligroso tipificado es simple política socia, y no política criminal, pero la política criminal no deja de ser política general, cultural y social, aunque, estrictamente, la política criminal tiene su objeto específico y diverso.
LA FAMILIA
Grupo congénito y socialización
Háyase demostrado que un niño abandonado a su propia naturaleza, sin que nadie cuide de él, sobro todo que lo alimente, perecería sin remedio, como se recordará a propósito de las teorías de Ferri; ello, ya que la filogenia o bien la herencia de la especie, en su forma fetal constituye sólo un teclado sobre el que actúa el ambiente sociocultural.
En Alemania se halló recientemente un niño criado por una perra y en la India, en 1920, dos niños criados por lobeznos. En estos dos casos, aquéllos no se expresaban, ni caminaban, ni tenían posturas o rasgos conductuales humanos: se alimentaban de carne cruda, los músculos de masticación habían adquirido fuerza poco común, los maxilares se habían desarrollado; pero es más, así como los últimos habían adquirido las costumbres de los lobos, no menos ocurrió con el niño criado como si fuera un cachorro. )Tomado del Clarín, 22 de marzo l988 Sidorov, Pág. 16 y siguientes)
Salvo algunas manifestaciones como el estornudo, el hipo, el llanto, la erección del pene, el hecho de orinar, los movimientos oculares, los movimientos de manos y brazos, etc., toda conducta como caminar, hablar, etc., requiere de un aprendizaje (biosocial y sociocultural). Y hasta la risa, como respuesta al estímulo exterior y no como estimulación intraorganísmica, pertenece al grupo aprehendido.
La familia es, así, el molde en que se desenvuelve el ovillo de la especie configurando múltiples y complejas estructuras de impulsos y motivaciones sociales o criminógenos, por lo que cuanto en ella ocurre se traslada de una u otra forma a los hijos y jóvenes futuros.
Tanto más decisiva es la educación familiar si tomamos en cuenta que la persona hereda sólo un potencia, pero necesita del medio para la realización de esa potencialidad.
Un niño que hereda los genes PKU, por ejemplo, no hereda una mentalidad idiota. Él hereda únicamente, una incapacidad para metabolizar un cierto aminoácido y sus productos vicariantes, lo cual daña el cerebro y da como resultado la idiocia. Eliminando el aminoácido con una diete especial podemos prevenir el daño cerebral; no ocurre menos con el cretinismo, cuya anormalidad puede superarse con determinado suministro de hormonas.
El proceso de socialización familiar incluye la enseñanza, práctica y refuerzo de valores, significaciones y norma, así como de las conductas emitidas por los hijos en correspondencia con aquellos.
Evolución del modelo familiar.
La familia esencialmente patriarcal fue, por una parte, cediendo paso a la mayor injerencia estatal. Por otra parte, el proceso industrial privó a ésta de sus funciones como unidad económica y célula unitaria de producción. La fábrica llevó al hombre a su seno y, más aún, produjo la ocupación masiva de mujeres, con varias consecuencias:
1) La familia pasó de ser una unidad productiva a ser una unidad de consumo;
2) La autoridad paterna, a su vez, se redujo considerablemente;
3) Los problemas económicos que alejaron a la mujer de su hogar, la llevaron también a un menor control de los hijos y a una reducción en su convivencia tradicional hogareña;
4) La gran familia fue sustituida por el pequeño grupo familiar (familia nuclear)
5) La educación familiar se fue resintiendo, agigantándose el papel de otros vehículos, tales como la televisión, la radio, etc. Grupos callejeros, la escuela, etc., comenzando con el jardín de infantes.
De lo dicho se entiende por qué afloraron:
1) La crisis del modela miento familiar;
2) La pérdida de autoridad paterna;
3) La desobediencia juvenil;
4) La moralidad en conflicto entre padres, hijos medio;
5) La desorganización conductual y la carencia de valores, normas y significaciones compartidos,
6) Las riñas familiares;
7) Las perturbaciones psicológicas en los niños y también en sus padres;
8) El auge del divorcio,
9) La proliferación de vidas paralelas; etc.
Si se comparan las actuales funciones familiares con las de la época colonial americana, los papeles que les han quedado a las primeras son muy pocos. En efecto, han caducado sus roles económicos, educativos, religiosos, y protectores, que fueron transferidos al Estado, a la Iglesia, a la escuela y a la industria.
En una encuesta realizada, se da a conocer que se destaca un predominio marital en la familia en sólo un 17% de las familias consultadas; en los padres de esos encuestados el liderazgo paternal era del 30% En cuanto al predominio femenino en la familia, se detectó en un 8%, mientras que en los abuelos en un 13% de las amas de casa. Paradojal resulta en cambio, que la camaradería se registró en un 63% de las familias actuales y sólo en un 39% de la generación de los padres de ésta.
La familia como única fuente del aprendizaje integral.
La realización ontogenética vital de la herencia filogenética de la especie atraviesa, en primer lugar, tres etapas: la maduración, el aprendizaje individual y el sociocultural.
En consecuencia, la educación se va produciendo gradual o secuencialmente, respetando las leyes de maduración, ello implica la presencia de un orden en la adquisición de los conocimientos respecto de las significaciones, valores y normas culturales, las que se van asentando sobre estadios anteriores y compatibles.
En otros términos, cada etapa constituye un presupuesto y límite de la siguiente; y dentro de cada una de estas etapas existe, asimismo un orden secuencial codificado y relativamente invariable.
En segundo lugar, el aprendizaje, que en su tipo individual implica imitación social o grupal o interpersonal, se articula con la maduración individual y con la educación sociocultural; la última ya no se produce sólo por imitación y experiencia individual, sino que requiere la acción directa e intencional por medio de la enseñanza, seguida del ejemplo y de los tipos de aprobación y desaprobación adecuados, lo que va advirtiendo a los padres y educadores para el seguimiento y modificación eventual de ciertos rumbos.
Al analizar lo expuesto se comprende que al tener que separarse el infante de su padre, durante casi todo el día y hasta de su madre, no existe sino un favorable campo para el aprendizaje crítico, que produce toda clase de desórdenes de conducta, hoy etiquetados por la Asociación Americana de Psiquiatría y la Organización Mundial de la Salud como trastornos de la personalidad o como factores no atribuibles a trastornos mentales y que merecen atención o tratamiento psiquiátrico, ejemplos de los últimos son los problemas escolares y los laborales, los conyugales y paterno filiales.

martes, 18 de mayo de 2010

SOCIOLOGÍA CRIMINAL

LA SOCIOLOGÍA CRIMINAL

Este tema es muy interesante, conforme logremos introducirnos en su contenido veremos de que se trata y como poco a poco se asemeja a la sociedad que nos rodea.
Si se recuerda, el propio Lombroso ya había advertido la inescindibilidad biosocial en la dinamogénesis de la conducta criminal; particularmente, en las polémicas de su tiempo.
Diversas disciplinas se fueron desenvolviendo desde entonces, a partir de los nuevos niveles de observación que presentaba la propia época, ello, según su estadio científico. Esta evolución dio paso a esa totalidad u holística conductual hombre medio, que es la teorética de nuestros días.
A los estudios de la antropología y de la sociología criminales se añadieron: los de la Psicología criminal, con los aportes de Despine; los de la Medicina psicosomática, concepto que dio Halliday; y aun antes, los de la Psíconeurofisiología pavloviana y de la Neuropsicología de Bechterev, ambas en la primera década del siglo XX. En dicha época venían recogiéndose, a su vez, los frutos de la escuela psicoanalítica, con el psicoanálisis criminal de Alexander y Staub, entre otros. También irrumpió Watson, con su observación objetiva de la conducta, proponiendo hipótesis verificables con control de variables y posibilidades de reproducción fenoménica, estas fueron avanzando hasta las más sofisticadas teorías contemporáneas del aprendizaje criminal.
Las teorías del aprendizaje, la medicina psicológica, la psicología social, la genética, etc., vinieron a conformar un complejo integral, en el que se advirtió la real inescindibilidad conductual y el hecho de que cada disciplina fue sólo un escalón científico que, alcanzando un único y posible nivel de observación, no podía abrazar jamás por sí sola la complejidad etiológica humana, en su dinámica vital: la del hombre siendo en sociedad.
Dejando a salvo esta inescindibilidad, la sociología fue enriqueciéndose agigantadamente con los nuevos hallazgos disciplinarios. Así, se fue incluyendo el aprovechamiento del método estadístico, desde 1930, el que fue llevado al campo criminal con gran éxito, así por ejemplo la exposición relativa de la cifra oculta de la criminalidad; la utilización de la entrevista de la sociometría, del survey.

Concepto de sociología.
Aunque es difícil brindar un concepto compartido pacíficamente que aprehenda qué es la sociología criminal, diremos que puede considerarse como tal a la ciencia que estudia el delito como fenómeno social, es decir, la criminalidad, en toda su complejidad, y la pena, en cuanto reacción social, en sus orígenes, evolución y significación y en sus relaciones con los demás fenómenos sociales relacionados con una y otra.
La sociología y las ciencias del deber ser.
Algunos autores opinaron que la sociología criminal era una disciplina descriptiva que no podía abrazar al derecho penal, el que era una ciencia normativa. Lo contrario opinó Ferri.
Pero toda creación o manifestación humana es siempre fenoménica, aun en el campo jurídico, de allí que tenga niveles de observación y teoría psicológicos, biopsicológicos, psicosociales, sociológicos, etc.
La conducta humana, social o delictiva, normal o patológica, no es ni puramente ideal, ni puramente biofísica.
El mundo de las normas, valores y significaciones es la más elevada expresión biofísica; sin embargo, es tan aberrante querer desvelarlo en este nivel, como prescindir del mismo. Los conceptos ente ideal ente natural son complementarios.
No existe, aun conceptualmente, la estafa; siempre será mi concepto de estafa; la universalidad no operará sino por condicionamiento y la mayor universalidad dependerá del mayor marco de referencia compartido. Este fenómeno no es más cultural que natural. Se hace innecesaria otra explicación.
Relación de la sociología con otras disciplinas.
Toda indagación social grandilocuente de la conducta criminal nos va a enfrentar con inesperadas variables no controlables y cuyo análisis sólo puede desenvolverse en un plano puramente teórico especulativo;
Se analiza, para grandes grupos de sujetos toda clase de correlaciones entre el fenómeno criminal y las macro variables desgajadas de la totalidad: ver vi gracia las existentes entre:
1) La cultura;
2) La densidad de población,
3) Los regímenes políticos,
4) La situación socioeconómica;
5) La distribución de la riqueza,
6) La movilidad social,
7) La raza,
8) La religión, etc.
Con miras menos ambiciosas también se aíslan y computan otras variables intervinientes como:
1) El tipo genético;
2) La enfermedades de la mente;
3) El alcoholismo,
4) Los fenómenos de frustración a determinadas situaciones,
Son muchos los trabajos de criminología que teorizan y extraen conclusiones de la índole señalada.
Ello permite afirmar que si la sociología no puede desarticularse de la biología, ni de la psicología, ni de la estadística, ni del clima, etc., ello no obsta a la formulación de hipótesis controlables sobre el hombre que, como tal, es un animal biopsíquico que se desenvuelve en el medio de modo dinámico y conforme a leyes. Un ejemplo de este método lo han dado las teorías del aprendizaje, cuya indagación no ha tenido límite de áreas pero sí en punto a la forma de su indagación científico-empírica.-
Se puede, entonces, sostener que más allá de la natural interacción integral biopsicosocial, originariamente vislumbrada por los positivistas primigenios, así como de la aplicación a toda investigación de todos los múltiples aportes matemáticos, neuroquímicos, neurofisiológico sociales, etc., aquellos recortados y escindidos ensayos estadísticos no son en general, de otra utilidad que la curricular o el aseguramiento de la formación de una casta burocrática en la criminología, gozando del favor de Estado o instituciones particulares sin gran beneficio científico.
Fuera de lo dicho, es cierto que la sociología criminal halla explicación y se relaciona con factores ambientales, económicos, políticos, raciales, biológicos, pedagógicos, etc.
Falsa escisión entre la biología y la sociología criminal.
Es en la realización individual de la herencia filogenética, vida y desarrollo de la especie, donde ha de hallarse la explicación singular de la conducta criminal concreta.
La filogénesis no hace posible una sociedad respetuosa de las leyes, más que una comunidad criminal y beligerante; la ontogénesis, vida y desarrollo individuales, modela hombres honestos o criminales, pacifistas o beligerantes.
Ahora bien, aquello que el análisis escinde como social se halla en cambio, pautado bio filogenéticamente; del mismo modo, aquello que se escinde como biótico o filo biótico es la pautación misma de la experiencia social de la especie.
La educación
De lo dicho, avalado por investigaciones conductistas, reflexológicas y de neuroquímica celular de las últimas décadas, se desprende que el recién nacido, nuestro bebé, es potencialmente apto para ser un criminal, u literato, un político o un pastor; nuestra sociedad es potencialmente apta para desatar la guerra o para justificarla, para otorgar el premio Nobel de la paz o para financiar la fabricación de armas.
El hecho de que nuestro bebé vaya a ser un criminal o un benefactor, un músico o un vagabundo, un hombre honesto o un hipócrita, se inscribe en la realización ontogenética; esto es, en la dirección en que se modela la conducta no direccionalmente pautada al nacimiento, esto es, en la armonía y en la melodía que se arranca, en concreto, del teclado de la especie mediante un proceso educacional que tiene leyes y que deben aplicarse individual, grupal o socialmente como prevención.
Es claro que la educación referida, orientada y reforzada en uno u otro sentido, siempre ocurrirá en un complejo marco socioeconómico y sociopolítico; porque en este mundo desarrollado, tanto en el Este como en el Oeste, no faltará el hacinamiento, la urbanización caótica, la explosión demográfica, la desnutrición, en mayor o menor medida, la ambivalencia institucional, el abuso de poder, la arbitrariedad en la ejecución de la ley, etc. La cuestión es cómo, en igualdad de condiciones, es posible generar programadamente móviles secundarios éticos o en términos freudianos formar un súper yo fuerte y resistente a las grandes contradicciones sociales, sin que ello implique abandonar la lucha educativa y moralizante por un mejoramiento de esas condiciones.
La reducción de las últimas requiere un programa institucional que debe partir del ejemplo real operante en los más altos niveles; ello, según los valores sostenidos oficialmente. De lo expuesto se desprende que la reducción de la tasa criminal operante, en una sociedad dada, sólo puede tener éxito significativo si con antelación a la formación de las personalidades con conductas o con trastornos antisociales se actúa preventivamente.
La disminución del índice de la delincuencia es insignificante por vía del campo judicial; porque éste apenas si alcanza a una centésima parte de la cantidad real de delincuencia. Además, la justicia actúa cuando ya se han formado las estructuras criminógenas. Sin embargo, l expuesto de ningún modo legitima las anárquicas teorías o, más precisamente, discursos críticos, de la criminalidad.-
La educación debe formar parte de programas comunitarios de prevención y de reforzamiento social o profilaxis temprana, lo que también ocurre en el propio mundo comunista, al menos en el institucional, con independencia de los diversos objetivos ideológicos subyacentes.
Profilaxis y movilización social
La propia profilaxis soviética, sin abandonar en absoluto la disciplina y el castigo inminente y efectivo, antes que severo e hipotético, persigue el objetivo de movilizar a los miembros de la sociedad para la lucha contra el delito; ello, con medidas interrelacionadas que van desde el jardín de infantes, como primordial objetivo y por sobre la labor pedagógica en adolescentes y adultos.
En la profilaxis criminal soviética, por ejemplo, más allá de la fantasía teorética, se ha trabajado sobre tres niveles; el superior o nivel social; el medio o nivel grupal o de colectividades e institucionales sociales, y el nivel inferior o nivel individual. En el nivel social se analizan las variables macro sociales, como la labor educativa, los problemas sociales y económicos y el perfeccionamiento de las reacciones sociales, condicionando motivaciones, metas y medios de instrumentos operantes.
El segundo nivel es abordado con el ejercicio de la influencia profiláctica sobre los grupos intermedios, subsanando sus distintos defectos o desvíos, los cuales han sido advertidos.
En el tercer nivel se profundiza la educación individual, con acción sobre los valores, las opiniones y orientaciones antisociales y la inculcación del modelo de convivencia vigente.
Es obvio que toda educación social debe tender a asegurar un mínimo indispensable de disciplina sociopolítica; pero aquí no se hablará de los contenidos ideológicos, sino de los medios científicos en la lucha contra el crimen. En particular se deberá de interesar en la educación, la cual va desde la familia hasta el nivel institucional.
No ocurre menos en el modelo americano; aunque éste no aparezca como dirigista, lo cierto es que el Estado no se desentiende de la necesidad de asegurar un orden social. La preocupación en punto a la prevención primaria de la conducta antisocial forma parte de todo programa de bienestar, educación cultura y salud.
En EE.UU., como en la Unión Soviética, la influencia de la psicología conductual y neuropsíquica ejerció un benéfico aporte de la comprensión de la conducta desviada; ello no ha ocurrido con los países del tercer mundo, sin que sea decisiva necesariamente la variable económica. Esta no debe confundirse con la ambivalencia y la injusticia social.
El conductismo americano pretende, por ejemplo, la supresión del castigo y admite la mayor eficacia de la prevención; pero con sentido realista y como desiderátum; en tanto, no siendo aún factible su total puesta en práctica, no desconoce el efecto criminógenamente multiplicador de la delincuencia oculta, ni lo que significa la aprobación social del delito, ni el hecho de que el castigo tardío no ejerce influencia alguna sobre los impulsos delictivos.
En consecuencia de lo dicho se advierte:
1) Que el castigo debe ser real y no formalmente proporcionado al crimen;
2) Que la sanción debe ser inmediata y segura;
3) Que debe ser consecuencia de una desaprobación social, lo que coincide en líneas generales con la programación soviética.
Yo con los orígenes conducto lógico estudiadas en décadas pasadas, se sabe que el comportamiento delictivo dentro de las sociedades, es siempre consecuencia de un aprendizaje social que sigue las leyes del refuerzo dentro de un campo de disposiciones modelable.-

miércoles, 12 de mayo de 2010

Psicópatas

PSICÓPATAS
Al tratar las personalidades psicopáticas, deberá tenerse presente que se les denomina igualmente como sociopaticas o personalidades antisociales.-
Responsabilidad penal.
No existe, en absoluto, un criterio uniforme. Así, en algunos casos se ha negado poder excluyente alguno a la presencia de manifestaciones, rasgos o personalidad psicopática por no constituir enfermedades mentales, diferenciándoselos de los psicóticos a quienes sí se consideró enfermos mentales. La misma orientación se siguió ante otros tribunales recomendando la asistencia médica institucional.
Se ha aplicado la regla del favor rey, eximiendo de responsabilidad al psicópata con alto grado de perversidad, merituado el resultado de los informes periciales y recomendando la internación del nombrado en un establecimiento del servicio penitenciario hasta que desaparezcan las condiciones que lo hacen peligroso. Todos los trastornos mentales clasificados en los estudios constituyen enfermedades mentales, siendo la circunstancia de que en cada caso particular se hayan cumplido las demás condiciones legales para calificarlo como tal, tales como los que deciden de la imputabilidad o inimputabilidad según la legislación de que se trate.
Como la pena no constituye un ejemplo disuasivo en estos trastornos psiquiátricos, la absolución, seguida del tratamiento de la personalidad antisocial, aparece como lo más aconsejable.
Epilepsia
Se le conceptúa como el trastorno caracterizado por la aparición periódica de episodios pasajeros recurrentes de trastornos de la conciencia. La enfermedad puede no tener causa orgánica o bien deberse a lesiones de ese tipo.
Se considera que la epilepsia puede dividirse en cuatro tipos más generales; no obstante, existen múltiples clasificaciones.
Crisis de Gran mal
La crisis de Gran mal es la más grave manifestación epiléptica y comprende, a su vez, cuatro fases.
El aura, que es una señal del inminente ataque. Puede asumir la forma de vértigo, temor o experiencia sensorial extraña (sonidos u olor peculiar)
Si bien el aura precede por instantes a las descargas neuronales, el epiléptico suele quedar en pie. Sin tiempo siquiera para sentarse o asumir una posición de seguridad.
La fase tónica acaece cuando comienzan las primeras manifestaciones del ataque (convulsiones tónicas): los músculos tienden a adquirir rigidez, perdiendo el afectado a partir de allí todo conocimiento y cayendo al suelo. Durante este período se suspende la respiración y se oscurece el color del rostro.
Al cabo de un minuto, aproximadamente, la tensión muscular va cediendo ante los espasmos de la fase clónica: los músculos se contraen y relajan alternativamente con violentas contorsiones y sacudidas de los miembros. También las mandíbulas se abren y cierran, con acumulación de saliva (convulsiones clónicas). En esta fase el sujeto puede llegar a morderse la lengua e incluso a perder el control de esfínteres y/o eyacular.
El coma ocurre, algunas veces, al disiparse los movimientos convulsivos. El sujeto se mantiene inconsciente mientras sus músculos se van relajando.
Al recuperarse (o despertar) el individuo no recuerda lo ocurrido luego de la fase tónica.
Pequeño mal
Es un tipo de gravedad menor que el Gran mal. En el Petit mal no se presentan el aura ni tampoco las convulsiones. Se trata más bien de una perturbación o alteración momentánea de la conciencia, aunque pueden añadirse algunos espasmos en los ojos y en los músculos faciales, pero en la mayoría de los casos, estos ataques son difíciles de reconocer.
Epilepsia focal o jacksoniana.
En la epilepsia focal los espasmos musculares se limitan a áreas específicas del cuerpo.
A veces los ataque s locales no producen pérdida del conocimiento. Pero cuando comienzan a extenderse algunas veces a todo el cuerpo, el ataque se parece al Gran mal.
Epilepsia psicomotora
El ataque psicomotor comienza con el aura y es seguido por una pérdida de conciencia, pero el epiléptico parece estar consciente. Durante el ataque realiza alguna actividad rutinaria u organizada. El acto puede ser simple o repetitivo, como masticar, ejecutar ciertos movimientos con los miembros, incluyendo actos violentos y antisociales.
Después del ataque el epiléptico no recuerda lo acaecido. Con frecuencia la conducta de estas personas es psicótica, incluso cuando concurren los ataques.
Criminalidad
No hay acuerdo entre los estudiosos con respecto a la correlación entre epilepsia y criminalidad.
Lo que se halla fuera de dudas es que su principal incidencia criminógena tiene lugar en los delitos de tráfico o accidentes; sea como autores con manejo de vehículos o como víctimas de terceros.
De cualquier modo, se halla fuera de dudas que el signo característico de la epilepsia, su irritabilidad e impulsividad, puede llevar a los sujetos a crímenes violentos, tales como homicidios, canibalismo incendios, violación, exhibicionismo, aunque no en la proporción originalmente aceptada desde los orígenes de la criminología.
Una investigación efectuada en prisiones reveló que dentro de los epilépticos delincuentes sólo 10 de 150 casos habían tenido un ataque dentro de las doce horas anteriores o posteriores a su último delito; asimismo, no se reunieron pruebas significativas de que sus actos criminales hubiesen obedecido a automatismos epilépticos.
En todo caso, la cuestión viene asociada a la eventual personalidad antisocial del epiléptico, producida por una educación notoriamente permisiva en un organismo favorablemente dispuesto.
Creemos que los problemas sociales que sufren el epiléptico y su familia, mayormente por tabúes aún no erradicados, son la causa de la educación permisiva y de que éstos sean en extremo consentidos, formando lo que se ha denominado como estructuras impulsivo motivacionales y dando lugar a que cada vez se refuerce su ya bajo nivel de tolerancia a la frustración. En este panorama no es de extrañar la incontención, por falta de condicionamiento a reacciones violentas y agresivas.
Responsabilidad penal
Rigen los principios generales del derecho. El ser un enfermo afectado de epilepsia, no significa, por sí, que se haya obrado inculpablemente.
Siempre debe tomarse en cuenta si han existido causales impeditivas de la comprensión de la criminalidad de los propios actos y de la dirección de las acciones. Se excluye que el epiléptico haya actuado en las condiciones de conciencia plena.
La epilepsia puede vincularse con la ebriedad. Así, es como se admite la inimputabilidad del epiléptico que abusó deshonestamente de un menor. En un acceso de epilepsia psíquica provocada por haber ingerido una suficiente dosis de alcohol, obstando la comprensión de la criminalidad.
En otros países, en virtud de la eximente incompleta, se han considerado con responsabilidad disminuida los siguientes casos de epilepsia:
1) Epilepsia menor;
2) Epilepsia larvada;
3) Epilepsia fuera del acceso;
4) Epilepsia junto a un estado pasional concurrente;
5) Epilepsia con disminución parcial de las facultades.

jueves, 6 de mayo de 2010

PSICOSIS significativas

PSICOSIS MÁS SIGNIFICATIVAS

Entre las psicosis más significativas se destacan:

La psicosis maníaco depresiva, tipo maníaco;

La psicosis maníaco depresiva, tipo depresiva;

La psicosis maníaco depresiva circular, fase maníaca;

La psicosis maníaco depresiva, fase depresiva;

La psicosis maníaco depresiva circular, mixta.

Psicosis maníaco depresiva, tipo maníaco

Esta psicosis se caracteriza por el estado de excitación y alborozo, desproporcionado con las circunstancias; varía desde la elevación de ánimo hasta la excitación violenta incontrolable.

Son frecuentes la agresión, la ira, la distracción, la fuga de ideas, la alteración del juicio y las ideas de grandeza.

Psicosis maníaco depresiva, tipo depresivo

Aquí el ánimo se muestra marcadamente deprimido con tristeza e infelicidad, con algún grado de ansiedad. Puede presentarse, no obstante, agitación.

Psicosis maníaco depresiva circular, fase maníaca

Se conceptúa como tal a la psicosis afectiva que ya ha tenido anterior aparición en cualquiera de sus formas depresiva y maniaca, alternada o separadamente y con intervalos de normalidad, y que en el momento se presenta en forma maníaca. Esta fase es menos frecuente que la depresiva.

Psicosis maníaco depresiva circular, fase depresiva

Es una psicosis similar a la anterior pero que se presenta como depresiva en la actualidad.

Psicosis maníaco depresiva circular, fase mixta

Se presentan al mismo tiempo, en ésta, los síntomas maníacos y depresivos.

Es obvio que en los tipos y fases maníacos de estas psicosis predominan los delitos producto de agitación y violencia; se incluyen en los brotes pasionales, una peligrosísima agresividad que puede llegar hasta el estado de furor, en el cual el maníaco ataca, rompe, tira, destruye todo cuanto está a su alcance. En los estados de agitación puede cometer homicidios brutales, con descargas que aparecen fuera de todo control. Pero no es descartable que se presenten ataques a la moral, exhibicionismo, injurias y hasta actos obscenos. Algunos registros dan cuenta, incluso, de delitos de estafas y defraudaciones.

En los tipos y fases depresivas el sujeto presenta fuerte tendencia al suicidio; y por sentimientos de culpa que pueden tener proporciones delirantes (incluso expiatorios) incurre en los más extraños delitos, como por ejemplo, matar para hacerse condenar.

Si bien los autores de delitos que padecen de psicosis maníaco depresivas caen, en principio, en las normas que regular su inimputabilidad y su tratamiento, hemos visto que existen, incluso, períodos de normalidad, como en la psicosis maníaco depresiva circular, de tal modo debe actuarse de la manera explicitada al tratar la responsabilidad penal de los esquizofrénicos.

Como el trastorno varía desde la elevación anímica o excitación primaria o simple hasta la excitación maníaca violenta incontrolable, no siempre en la fórmula de imputabilidad, la alteración psicótica conduce a la inimputabilidad.

En diferentes países donde a aprehende al trastornado incompleto, existe un más amplio espectro de soluciones político criminales, ello, ya que favorecen la internación con tratamiento psiquiátrico y en algunos códigos, la extinción de la condena o su reducción según los resultados de la terapia.

Distinción con los trastornos afectivos

El trastorno afectivo de la personalidad se caracteriza por un cuadro no psicótico que predomina durante toda la vida, con estados de ánimo pronunciados y persistentemente deprimidos o alborozados o bien alternados.

Entre los diversos tipos de este trastorno se destaca, dentro de la indagación criminológica, el trastorno explosivo.

En los estudios se codificaba aquél entre los trastornos de la personalidad y otros trastornos mentales no psicóticos, no se le agrupó con los trastornos de la personalidad, considerándose que la conducta explosiva era distinta de la habitual. Se clasificaron en cambio, al trastorno explosivo intermitente, dentro de los trastornos del control de los impulsos no clasificados en otros apartados.

Como quiera que se le enfoque, el trastorno explosivo constituye una tendencia de la personalidad que se caracteriza por arrebatos agresivos o violentos o episodios de pérdida del control de los impulsos, con consecuentes actos violentos graves sobre las personas o la propiedad, sin correlación con los estímulos en una personalidad no antisocial.

Sin provocación, o con estimulación insuficiente, es posible que el sujeto reaccione desproporcionadamente con forma de crisis o ataques sin origen psicótico, y a veces con pérdida total del control de los impulsos, atacando personas y rompiendo objetos. La conducta es sorpresiva y el propio sujeto suele alarmarse.

Los síntomas duran minutos y horas, con inmediata remisión y con lamentación y autorreproche e incapacidad de control al tiempo de los sucesos.

Los delitos posibles son de agresión; comúnmente: lesiones, homicidios y daños.

Siendo un trastorno mental no puede excluirse su carácter psicótico y morboso, (enfermedad), además dada la posible supresión del control de los impulsos, en la medida que éstos se presenten, por ejemplo, en el trastorno explosivo, no puede descartarse la inimputabilidad; ello, pese a su carácter transitorio. En grados inferiores de la afección, rige en otros países la posibilidad de tratar con el trastorno incompleto y la imputabilidad disminuida.-

Psicosis paranoides

Las psicosis paranoides son trastornos caracterizados por ideas delirantes, persecutorias o de celos, o de grandeza, no debidas a otros trastornos mentales como una esquizofrenia, un trastorno esquizofreniforme o un trastorno del estado de ánimo. Según estudios, es posible describir los tipos más significativos y aceptados.

Paranoia

Se conceptúa como psicosis crónica en la cual se ha desarrollado un sistema delirante, lógicamente articulado, sin alucinaciones concomitantes. Las ideas delirantes son de grandeza, persecución o anormalidad somática.

Se incluye la paranoia conyugal y el estado paranoide involutivo.

Psicosis inducida, o trastorno paranoide compartido

Psicosis con predominancia de ideas delirantes, persecutorias, inducidas por o compartidas con otra persona que ya tiene tales ideas y con la que existe una relación estrecha. Antiguamente esta psicosis paranoide era denominada folie a deux, aunque excepcionalmente pueden involucrarse más de dos personas.

Trastorno paranoide agudo

Trastorno de menos de seis meses de duración, observables en sujetos que han experimentado cambios drásticos psicosociales, (prisioneros de guerra, refugiados, inmigrantes, etc.) El inicio es repentino y raramente el trastorno llega a ser crónico.

Trastorno paranoide simple

Se incluye aquí tanto a las psicosis paranoides agudas como a las crónicas que presentan como síntomas principales las ideas delirantes, en especial persecutorias. Las ideas delirantes son de tipo notablemente fijo, elaboradas y sistematizadas.

Parafrenia

En la clasificación internacional de enfermedades se incluye también dentro de las psicosis paranoides a la Parafrenia.

Se conceptúa como Parafrenia a la psicosis paranoide en la que hay alucinaciones conspicuas, a menudo de varias modalidades. Los síntomas afectivos y el pensamiento desordenado, cuando están presentes, no dominan el cuadro clínico y la personalidad está bien conservada.

Otras psicosis paranoides

Se recogen aquí los estados paranoides que, aunque parecidos a la esquizofrenia o a la psicosis afectivas, no pueden clasificarse allí, así por ejemplo, paranoia pleitista o querellante; excluye la paranoia senil o Parafrenia tardía.

Tipos del trastorno delirante, paranoide.

En los estudios se clasifican como trastorno delirante o paranoide, sólo a esta categoría, la cual comprende los siguientes tipos: Erotomanía; grandiosidad, celo típico, persecutorio, somático no especificado.

Para el estudio jurídico, son de interés especial las formas de delirio paranoide. En el delirio de persecución, llegado cierto grado, el sujeto dominado por el miedo y como acto de supuesta defensa contra el peligro que lo asecha, comete toda clase de homicidios y suicidios, así como homicidios suicidios.

Se sostiene que aparte de los estados en que algunos sujetos tienden a sufrir pasivamente las persecuciones o a responder agresivamente por temor y como defensa, están aquellos casos en los que no se actúa como perseguido sino como perseguidor y con manifiesta hostilidad; tales estados van desde las querellas y pleitos constantes hasta los crímenes de sangre, tales como los homicidios y lesiones;

El delirio de celos o infidelidad, en las manifestaciones graves, puede llevar a homicidios.

En el delirio de reivindicación y querelló manía o proceso manía, el sujeto persigue procesal e indiscriminadamente a uno o más de los intervinientes en el juicio, y sintiéndose víctima de injusticias a lo que se añade su delirio de superioridad, incluso con pensamiento claro y ordenado acusa tanto a su principal oponente como a los jueces, testigos, peritos, etc., con querellas que se suceden unas a otras.

Esta conducta puede llegar a envolver en su delirio a todo integrante del Poder Judicial y suele tener como aliados a abogados inescrupulosos, beneficiarios económicos de tales perturbaciones.

Los paranoicos pueden cometer toda clase de delitos y particularmente tanto falsas denuncias y testimonios, como homicidios y defraudaciones.

En el paranoico suele faltar el engaño o el elemento de mala fe, pues en su concepción fantástica y en la exaltación de su personalidad, está convencido del buen éxito de su empresa; y así firma che1ques en blanco, esconde su indigencia, haciéndose responsable de insolvencia dolosa, y presenta documentos falsos para persuadir de que su proyecto es realizable, tranquilamente seguro de que no va a llevar a su víctima hacia la ruina, sino hacia la riqueza.

Para la aplicación de la acción criminal rigen los principios generales del Derecho, al tratar las psicosis esquizofrénicas y las psicosis afectivas.

También es aplicable lo que se ha indicado del orden a los supuestos de trastornos incompletos contemplados en otras legislaciones.

Debe discriminarse entre la psicosis paranoide y la personalidad paranoide, o personalidad fanática o con rasgos paranoides o trastorno paranoide de la personalidad. La constitución paranoide no exhibe los síntomas psicóticos de la primera y se caracteriza por una sensibilidad excesiva a los contratiempos y a las adversidades; ello con eventual interpretación hostil de las conductas amigables, pudiendo reaccionar agresivamente.

La jurisprudencia ha rechazado por regla, la inimputabilidad de las reacciones o conductas paranoides o psicopáticas. Pero las reacciones propias de la constitución paranoide han sido tomadas en cuenta invocando el trastorno incompleto y bajo la regla de la imputabilidad disminuida.

Psicosis no orgánicas

Se refiere a un grupo pequeño de trastornos atribuibles, en gran parte o enteramente, a factores experienciales recientes, como la etiología psicosocial. No se aplican sus subcategorías o tipos si los factores exógenos desempeñan sólo algún papel, pero no el principal.

Tipos.

Esta categoría comprende:

1)los tipos depresivo (con síntomas similares a los de las psicosis maníaco depresivas, tipo depresivo, pero causados por tensión emocional, psicosocial)

2) La confusión reactiva (obnubilación de la conciencia, desorientación y accesibilidad disminuida)

3) reacción paranoide aguda (por sobrecarga emocional)

4) psicosis paranoide psicógena, y

5) otras psicosis reactivas así como por ejemplo, los tipos psicógenos.

Psicosis peculiares de la niñez

Comprende las psicosis que tienen comienzo antes de la pubertad; principalmente el autismo infantil y la psicosis desintegrativa.

Autismo infantil

Síndrome presente desde el nacimiento o que empieza casi invariablemente en los primeros 30 meses de vida. Con reacción anormal a los estímulos auditivos y, a veces, a los visuales con graves problemas en la comprensión del lenguaje hablado. Presenta respuestas extrañas a los estímulos meso lógicos. La incapacidad para establecer relaciones interpersonales se caracteriza por una falta de respuesta e interés hacia la gente y la imposibilidad de poner en marcha conductas normales de vinculación.

Para algunos científicos es una forma inicial de esquizofrenia; para otros estudiosos, se trata de trastornos diversos. Alrededor de un 40 % de los niños que padecen este trastorno tienen Cociente intelectual por debajo de 50 y un 38% tienen un C.I. de 70 o más.

Autismo y convulsiones

El trastorno es crónico y puede complicarse con crisis convulsivas durante la adolescencia o en el inicio de la edad adulta.

Tratamiento en el campo criminal

Deben meritarse el Cociente Intelectual y el probable desarrollo de crisis epilépticas. Alrededor de un 25% presenta crisis convulsivas durante la adolescencia o antes; particularmente en quienes presentan un Cociente Intelectual por debajo de 50. El tema debe considerarse dentro del marco referencial de la insuficiencia (eventual) de las facultades mentales.

Psicosis desintegrativa

Trastorno en el cual el desarrollo, que era normal o casi normal en los primeros años, es seguido de una pérdida del lenguaje y habilidad social alterándose el comportamiento, las relaciones y las emociones, de modo grave, como la comunicación verbal y no verbal, relaciones sociales, juego y conducta de adaptación.

La hiperactividad y estereotipias suelen acompañar estos síntomas. La afección puede seguir a una enfermedad del encéfalo (encefalitis sarampiones) o surgir sin previa lesión o enfermedad orgánica.

Neurosis

Según definiciones, la neurosis es un trastorno mental, sin base orgánica demostrable, en el cual el paciente puede tener una introspección considerable y una apreciación de la realidad no alterada, ya que, en general, no confunde sus experiencias subjetivas mórbidas y fantasías con la realidad externa. El comportamiento puede estar afectado en extremo, aunque por lo común permanece dentro de límites socialmente aceptables, pero la personalidad no está desorganizada. Las manifestaciones principales son: ansiedad excesiva; síntomas histéricos; fobias; síntomas obsesivos compulsivos y depresión.

Los tipos de neurosis se agrupan entre las siguientes:

1) Los estados de ansiedad;

2) La histeria;

3) El estado fóbico;

4) Los trastornos obsesivo compulsivos;

5) La depresión neurótica;

6) La neurastenia;

7) La despersonalización;

8) La hipocondría.

Es posible intentar del modo más sencillo posible caracterizar estas enfermedades según sus principales patrones sintomáticos, ello, del siguiente modo:

1) La neurosis fóbica: Es el miedo extremo y evitación de un objeto o situación objetivamente inofensivo;

2) La neurosis de ansiedad: Ansiedad experimentada ante innumerables situaciones, flotantes, y sin causa específica;

3) Neurosis histérica tipo conversivo: Parálisis, falta de sensación, o perturbaciones sensoriales sin patología orgánica;

4) Neurosis histérica de tipo disociativo: alteraciones en la conciencia en forma de amnesia, fuga, sonambulismo y personalidad múltiple;

5) Neurosis obsesivo compulsiva: Invasión de la mente por pensamientos persistentes e incontrolables o compulsión a repetir indefinidamente cierto acto;

6) Neurosis existencial: enajenación, sentimiento de que la vida no tiene sentido;

7) Neurosis neurasténica: Cansancio y debilidad crónica;

8) Neurosis de despersonalización: Sensaciones de irrealidad y de extrañación de sí mismo y del ambiente;

9) Neurosis depresiva: extrema tristeza en reacción a un evento específico;

10) Neurosis hipocondríaca: preocupación por funciones corporales y por enfermedades imaginarias.

Criminalidad

Las teorías sobre la criminalidad del neurótico son múltiples. Éstas van desde la afirmación de que el neurótico permanece por lo común, dentro de límites de conducta social, como se desprende de la definición de la propia clasificación internacional de Enfermedades, hasta considerar a las neurosis como fuente de múltiples crímenes, así por ejemplo, en las perversiones sexuales, o bien en los crímenes por neurosis de impulso, hasta los actos de violencia y delitos de sangre.

Hay que hacer reflexión en las explicaciones psicoanalíticas sobre las neurosis parafílicas y sobre las neurosis de impulso;

Es necesario preservar la distinción teórica entre una psiconeurosis, que actúa como defensa contra la perversión, y una perversión sexual manifiesta, que representa la capitalización de tendencias perversas en una personalidad psicopática. El perverso sexual no es un psiconeurótico, sino un psicópata.

Mientras el criminal neurótico lucha contra las tendencias antisociales de su desarrollo primitivo, (conflicto neurótico), en la perversión criminal el sujeto se somete por completo a las tendencias agresivas y homicidas, provenientes de su neurosis infantil, capitalizadas por la perversión, manifestándose la personalidad antisocial.

Responsabilidad penal

La imputabilidad o la inimputabilidad del procesado debe examinarse en cada caso, en relación con cada hecho y tiempo de comisión del mismo; no, por el carácter más o menos grave y morboso del estado psicológico.

En algunos casos se ha aceptado que las neurosis pueden adquirir significación concreta a los fines de la ley penal. Así se ha dicho que, si la conducta compulsiva sintomática de neurosis obsesivo compulsiva, fue causa en el caso de que el sujeto no hubiese podido tener la dirección de las acciones, queda excluida su responsabilidad.

El pensamiento intruso, que determino en el agente una conducta compulsiva y lo obligó a realizar forzadamente el acto delictivo, es aquel pensamiento no deseado, insistente, repetido, reconocido por el sujeto como suyo y sin embargo, repudiado por molesto y odioso.

En algunos países en Europa, la regulación de la eximente incompleta ha permitido encuadrar como supuestos de imputabilidad disminuida a situaciones de angustias y fobias, a estados histéricos y neuróticos y otras manifestaciones propias de los diversos tipos de neurosis existentes al tiempo del acto.

Es evidente que las neurosis constituyen trastornos mentales; Basta para ello con confrontar su inclusión dentro de los estudios. De allí que resulte sobreabundante justificar su naturaleza patológica en los términos que la describen las diferentes leyes penales de cada región del mundo.-

Pero del hecho de constituir trastornos mentales no se sigue la inimputabilidad del afectado, salvo que se cumplan las demás condiciones de la norma, esto es, la incapacidad para comprender la criminalidad de los actos y la de dirigir las acciones de acuerdo con aquélla.

La falta de control de las acciones, según se ha visto, se hace notoriamente característica de las neurosis obsesivas, donde el sujeto se ve apremiado o forzado a hacer algo que no le agrada, es decir, a actuar compulsivamente contra su voluntad.

Drogodependencia

Clasificaciones en los trastornos psiquiátricos por dependencia de drogas

Los estudios discriminan entre: dependencia de drogas, abuso de drogas sin dependencia y, psicosis debidas a drogas.

Hay clasificaciones tales como las siguientes: Trastornos por uso de sustancias, incluyendo la dependencia, y 2) trastornos mentales orgánicos provocados por barbitúricos sedantes o hipnóticos de acción similar.

Hay estudios que discrimina entre los trastornos por uso de sustancias psicoactivas, incluyendo la dependencia y los trastornos mentales orgánicos provocados por sustancias psicoactivas agrupados como trastornos mentales orgánicos.

La dependencia fisiológica, no psicológica es tratada en sus formas de abstinencia, delirium por abstinencia e intoxicación, según las drogas, además del trastorno amnésico y del delirante; ello, en tanto estados significativos al patrón ordenador. Trastorno mental orgánico.

El ocuparse de los trastornos por uso de sustancias, se ha preferido seguir las categorías y el tratamiento de ciertos estudios, comprendiendo las trastornos por uso de tóxicos, con o sin dependencia; ello, ya que cuando se ha referido a los trastornos por uso de tóxicos, con o sin dependencia, se refería a los trastornos mentales no necesariamente psicóticos, con efectos conductuales criminógenos.

Se pretendió exhibir, selectivamente todos aquellos desajustes psiquiátricos que subyacen y o fundamentan la mayor parte de la conducta criminal de quienes aún son encerrados, anacrónicamente, dentro de los barrotes carcelarios, sin tratamiento especifico y excluyente de la reclusión punitiva.

Se tratará específicamente de los trastornos psicóticos o de las psicosis. Estas suelen tener más común y actual significación penal, sea en la inimputabilidad, sea en el trastorno mental transitorio, sea en la imputabilidad disminuida.-

Síndrome de abstinencia de droga

Es el estado asociado con la suspensión de una droga usada habitualmente y que va desde las formas de manifestación graves, como el delirium tremens para el alcohol, hasta otras formas caracterizadas por uno o más de estos síntomas; convulsiones, temblor, ansiedad, inquietud, trastornos gastrointestinales y musculares, desorientación leve y alteración moderada de la memoria.

Interés criminológico

Los síntomas psicóticos aparecen de manera manifiesta recién entre el tercero y el último día, con las alucinaciones, el delirio y un gran estado de temor.

En el síndrome de abstinencia por anfetaminas o simpático-miméticos de acción similar, pueden presentarse ideas suicidas e irritabilidad, a lo que los estudios ubican bien como el síndrome psicótico orgánico.

Estado paranoide o alucinatorios, o con ambas manifestaciones, inducidas por droga.

Estado asociado con el uso abundante o prolongado de drogas, en especial de los grupos de las anfetaminas y del ácido lisérgico (LSD), generalmente de varios días pero no más de pocos meses de duración. Predominan las alucinaciones auditivas y puede haber ansiedad e inquietud.

El interés criminológico es que como consecuencia del cuadro apuntado pueden generarse acciones agresivas o violentas contra los enemigos del que sufre la adicción.

Intoxicación patológica por drogas

Reacción idiosincrática individual o cantidad relativamente pequeña de una droga, que toma la forma de un estado psicótico agudo y breve de cualquier tipo.

El interés criminológico se debe a que se presentan síntomas similares a los de intoxicación alcohólica, con efectos conductuales desadaptativos: accidentes automovilísticos, agresiones, suicidios, muerte, etc.

Psicosis por drogas y responsabilidad criminal

Las psicosis por drogas, consideradas en su conjunto, son causa de inimputabilidad, por regla general en la gran mayoría de países del planeta, sus efectos se deben someter a medidas terapéuticas siendo prudente seguir el tratamiento aconsejado en el reconocimiento médico forense, el cual, incluso, puede ser según algunos profesionales, en forma ambulatoria.

Hay fallos de Cortes que se han pronunciado al respecto y éstos recomiendan el tratamiento sin internación de un ebrio, hasta tanto el individuo se encontrare curado de los efectos antisociales, que en su persona desata la ingestión de alcohol, sin ceñirse el tribunal al criterio restrictivo que se atribuye a las medidas de seguridad establecidas en la ley.

Por otro lado, se sostiene que algunos sistemas jurídicos de Latinoamérica excluye en sentido estricto, toda posibilidad diferente de la internación forzada del sindicado. Sin embargo, se advierte de que no se debe adoptar el criterio de desnaturalizar el sistema creado por el legislador y el objetivo final de las medidas de seguridad.

Por lo demás, como bien se destaca en la clasificación de la Organización Mundial de la Salud, el consumo de drogas puede generar psicosis o alteraciones morbosas psicopáticas, y éstas caen bajo las previsiones de inimputabilidad del sujeto activo de la acción. Ello en tanto impidan comprender la criminalidad de los propios actos u obsten a la dirección de las acciones.

En Europa, se estima que, fuera de la psicosis por drogas, y aun en las supuestos de dependencia psicológica, puede regir la imputabilidad disminuida. En caso de intoxicación permanente en cambio, se aplicará la ex culpante referente a la enajenación mental, o bien la atenuante, que se refiere a que, según la intensidad de la perturbación mental originada por la intoxicación así será la aplicación de la pena.

Además puede aplicarse el señalamiento de encontrarse el individuo en un trastorno mental transitorio, para los casos de embriaguez morfínica o cocaínica o, según el caso particular, las disposiciones sobre trastorno incompleto.

Psicosis orgánicas transitorias

Este estado en el individuo se caracteriza por obnubilación de la conciencia, confusión, desorientación, ilusiones y a menudo, alucinaciones vividas. Generalmente se debe a algún trastorno cerebral o extra cerebral de origen tóxico, infeccioso, metabólico o general. Por lo común, son reversibles. Estas psicosis, junto con las orgánicas crónicas, como por ejemplo, la psicosis no alcohólica o síndrome amnésico, se hallan aprehendidas dentro de los trastornos mentales orgánicos, y se les coloca en un sub-agrupadas como trastornos mentales orgánicos asociados al estado o trastornos somáticos.

Esquizofrenia

La llamada psicosis esquizofrénica o los llamados trastornos esquizofrénicos (psicóticos) constituyen un grupo de psicosis en el cual siempre se presentan alteraciones características en alguna de las siguientes áreas:

1) Contenido del pensamiento;

2) Curso del pensamiento

3) Percepción

4) Afectividad

5) Sentido del yo

6) Voluntad y;

7) Relación con los demás y conducta psicomotora.-

Las definiciones de los autores se suelen expresar en términos similares, dando una lista de las áreas afectadas y de sus síntomas comunes y señalando luego las formas de manifestaciones específicas en cada una de las diversas áreas.

Se acepta que los límites del concepto de esquizofrenia son poco claros y de allí que se tienda a efectuar diversos enfoques conceptuales subrayando o bien la tendencia deteriorante de su curso o bien las alteraciones fundamentales de determinados procesos psicológicos o bien sus síntomas patognómicos.

Los estudios no se limitan a la enfermedad con curso deteriorante, pero requieren que las categorías diagnósticas agrupadas tengan una duración mínima de seis meses; y de allí que no aprehendan como trastorno esquizofrénico al denominado trastorno esquizofreniforme, que lo incluye dentro del grupo de los trastornos psicóticos no clasificados en otros apartados.

De igual forma, otros estudios de igual forma tampoco agrupan como trastornos esquizofrénicos a aquellos casos sin síntomas psicóticos manifiestos; Por ejemplo, la esquizofrenia latente, simple o borderline, que sí se incluye en algunos análisis, como otras psicosis, aclarando, éstos, que la descripción que da no lo recomienda para uso general.

Hay estudios que mantienen la categorización de esquizofrenia, tipo latente. Hay estudios que tratan la esquizofrenia como trastorno esquizotípico de la personalidad, y como trastorno límite de la personalidad, incluyéndolas en los trastornos de la personalidad.

La esquizofrenia puede definirse como nombre genérico que designa un grupo de perturbaciones caracterizadas por una desintegración progresiva de la estabilidad emocional, el juicio, el contacto con la realidad y la apreciación de ésta; tal dolencia produce un deterioro secundario considerable de las relaciones personales y la función del paciente afectado.

Síntomas característicos: Contenido del pensamiento.

Su mayor alteración está dada por ideas delirantes; frecuentemente delirio de tipo persecutorio, como espionaje, difusión de falsos rumores o planes contra el sujeto. Puede creer éste, por ejemplo, que ciertos comentarios radiales o televisivos o de terceros ajenos están referidos a el con sentido burlón u ofensivo.

Las ideas delirantes son más frecuentes que en otros trastornos psicopáticos.

Curso del pensamiento.

Se diferencia del anterior porque es un trastorno de la forma misma del pensamiento y no de su contenido, por ejemplo, pérdida de la capacidad asociativa, cambiando el afectado desordenadamente de un tema a otro con el cual no existe relación en absoluto.

En los casos de pérdida grave de la asociación, el esquizofrénico puede presentar un lenguaje incoherente e incomprensible. Se advierte, también, estereotipia y excesos de abstracción o concreción y bloqueos.

Percepción.

Las alteraciones de la percepción pueden corresponderse con los diversos tipos alucinatorios, generalmente auditivos, y táctiles (Por ejemplo, hormigueos, quemazones, sonidos)

Con menos asiduidad se pueden presentar alucinaciones visuales, olfativas y gustativas.

Existe un verdadero peligro conductual, incluso delictivo cuando el sujeto cae en la obediencia de las alucinaciones, esto es, como si se tratara de órdenes a las que debe someterse.

Afectividad

Se distinguen en esta área tres trastornos:

1) Por afectividad inapropiada;

2) Por afectividad embotada;

3) Y por afectividad aplanada.

En la afectividad inapropiada no concuerdan el lenguaje e ideación con la afectividad del sujeto, explica que es amado con gestos de dolor o que es torturado con risa.

En la afectividad embotada, ésta aparece reducida. En la afectividad aplanada, ésta aparece suprimida: el sujeto no puede expresar manifestaciones afectivas, es decir, actúa con monotonía, en la voz, cara inmóvil, etc.

Sentido del yo.

El sentido del yo o del sí mismo, individualidad, personalidad, singularidad y autodirección está frecuentemente alterado. Se manifiesta con una pérdida del yo y de la percepción sobre la propia identidad. El sujeto puede tener la sensación de estar controlado por fuerzas extrañas.

Voluntad.

Incapacidad para el alcance de metas, sea por desinterés o por insuficiente motivación, ambivalencia en el curso motor de la voluntad, con lo que se ve deteriorada cualquier actividad.

Relación con el medio.

El trastorno de relación con el medio se expresa desde las alteraciones en la psicomotricidad hasta la ignorancia del entorno, verbigracia estupor catatónico; se exhiben posturas rígidas, tales como rigidez catatónica y excitación estereotipada no vinculada a estimulación correlativa, excitación catatónica.

Tipo desorganizado o esquizofrenia hebefrenia

En la hebefrenia se presenta: afectividad incongruente, no hay delirio sistematizado y sí, sólo, ideas delirantes fragmentadas. Se observan muecas, manierismos y retraimiento. El deterioro social es extremo. El cuadro clínico se acompaña por lo general de un inicio temprano y un curso crónico sin remisión significativa. El comportamiento suele presentarse como irresponsable e impredecible.

Tipo catatónico

En el tipo catatónico se presenta una alteración significativa de la motricidad (estupor, negativismo, rigidez). La sintomatología acompañante incluye estereotipias y manierismos. Es frecuente el mutismo.

Durante la excitación catatónica el paciente puede atentar físicamente contra sí o contra terceros.

Tipo Paranoide

En la esquizofrenia paranoide predominan las ideas delirantes de persecución o grandeza. Pueden presentarse: ideas delirantes de celos, comportamiento errático.

La ira, las discusiones y la violencia son frecuentes dando lugar a múltiples atentados criminales.

Esquizofrenia residual

La forma residual de la esquizofrenia es una forma crónica en la cual los síntomas que persisten han perdido su precisión.

El desorden del pensamiento no impide el trabajo rutinario.

Esquizofrenia latente

La esquizofrenia latente, simple o borderline ha sido excluida del grupo de trastornos esquizofrénicos de los estudios, clasificándosela como trastornos esquizotípico de la personalidad, y límite de la personalidad, dentro del grupo de trastornos de la personalidad.

El comportamiento excéntrico o inconsecuente, acompañado de anomalías afectivas, da la impresión de hallarse ante una esquizofrenia, sin que se manifiesten los desórdenes característicos esquizofrénicos, ni en el presente ni en el pasado.

Este trastorno no presenta, así, los síntomas psicóticos manifiestos. Como no ha sido posible una descripción universalmente aceptada, no se recomienda, según los estudios, para uso general y solo se da una descripción para quienes la consideran útil.

Episodio esquizofrénico agudo

Este trastorno se encuentra agrupado dentro de los trastornos psicóticos no clasificados en otros apartados. El trastorno esquizofreniforme fue agrupado dentro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos.

En el episodio esquizofreniforme agudo, los síntomas son similares a los de los otros tipos de esquizofrenia y puede presentarse una tormenta emocional. Según estudios la diferencia sustancial con las esquizofrenias propiamente dichas es la duración; en los episodios esquizofreniforme la enfermedad tiene una duración de menos de seis meses. La remisión puede presentarse de pocas semanas a meses, aun sin tratamiento. Cuando el cuadro diagnóstico está de acuerdo con el esquizofreniforme, pero con duración menor de dos semanas y la alteración no es causada por un estrés psicosocial, se categoriza como psicosis reactiva breve.

Criminalidad

Es difícil pensar en un tipo de delito que no pueda cometerse por un paranoico o un esquizofrénico, por ejemplo, falsificación, homicidio, robos, daños, obscenidades, etc.

Pero es factible efectuar una mayor aproximación para señalar los crímenes más propios a cada una de las diversas psicosis.

Dentro del grupo de las psicosis, según consideran algunos autores, los esquizofrénicos son los de mayor significación criminológica, ya que representan el 43% de los delincuentes psicóticos.

La disgregación de la personalidad y la alteración en sus más diversas áreas, como la voluntad, particularmente la gran excitabilidad de tipo catatónico, el sentido del yo, control por fuerzas extrañas, la percepción, con alucinaciones en las cuales el sujeto obedece órdenes extrañas, el pensamiento con ideas delirantes persecutorias ajenas a la realidad, etc., explican que el esquizofrénico ocupe el primer lugar entre los criminales psicóticos, llegando a un estado de extrema peligrosidad, con sus feroces homicidios, lesiones, daños y toda clase de delitos inmotivados; incluso, delitos contra la propiedad, moralidad y violencia política.-

Responsabilidad penal

Las legislaciones de Latinoamérica tienen contemplada la inimputabilidad del psicótico, cuyas alteraciones morbosas le hayan impedido, en el momento del hecho, comprender la criminalidad del acto o dirigir sus acciones.

La exclusión de responsabilidad penal de quien delinque en estado de enajenación se halla registrada en todas las legislaciones, aunque con fórmulas, alcances y medidas de seguridad diversas.

Cada país presenta su propio cuadro normativo; ello, en punto a las diversas consecuencias que suceden a los trastornos mentales en general: permanentes, transitorios, completos e incompletos.

La esquizofrenia constituye inequívocamente un estado de enajenación o de psicosis o demencia o alteración morbosa de las facultades mentales, según las fórmulas jurídico-psiquiátricas de las diversas naciones.

Pero debe atenderse más específicamente al tipo de la misma y a que haya estado presente al tiempo del hecho provocando la falta de control o dirección de los actos o su emisión conscientemente criminal.

Así por ejemplo, en España ya se había considerado como supuesto de enajenación y eximente completa a la esquizofrenia en el siglo pasado, pero se reputó que la esquizofrenia con disminución de la lucidez mental sólo caía bajo las previsiones de la imputabilidad disminuida o responsabilidad atenuada o eximente incompleta.

La legislación española, permite al juzgador un amplio margen decisorio; ello, ya que él puede dar por extinguida la pena y el tratamiento institucional o reducir su duración según el resultado de la terapia.

Dudas de la existencia del trastorno psicótico

En caso de dudas causadas por la dificultad para verificar la presencia de la psicosis al tiempo del hecho, muchos tribunales se pronunciaron por la absolución.

En caso de brotes esquizofrénicos, repetidos durante años, se decidió en algunos casos que si resulta dudoso que la acusada declarada demente en sede civil, al momento del hecho haya estado en las condiciones exigidas en la esquizofrenia debe absolvérsela por duda.

En similar sentido se han pronunciado algunos tribunales de la región, quienes han resuelto que debe absolverse al procesado, aplicándosele la medida de seguridad que la ley determina, pues si bien no está claro que el grado de psicosis que presenta al momento del hecho fuese el mismo que el informado por el peritaje, lo cierto es que se trata de una psicosis esquizofrénica en cuyo proceso es difícil establecer la capacidad del sujeto al tiempo del hecho, dado que es factible que parte de su sintomatología no se hubiese hecho evidente en su momento, pese a su existencia. Establecida la personalidad psicopática, la duda sobre la imputabilidad al tiempo del hecho impone su absolución.

La jurisprudencia meritúa las características mismas del hecho, así por ejemplo, la impulsividad, la conducta súbita o la errática, etc. Para indagar si el cuadro que se hace presente al momento del crimen se corresponde con el estado excluyente de responsabilidad.

Las mayores dudas sobre la responsabilidad, naturalmente, suelen presentarse en relación al trastorno esquizofreniforme, o episodio esquizofrénico agudo y a la esquizofrenia latente o trastornos esquizotípico y límites o borderline de la personalidad.

En el primer caso, suele contemplarse, en los diversos supuestos, la historia clínica del sujeto y todos los demás diagnósticos posibles, así, fue rechazada en una oportunidad, la alegación de inimputabilidad respecto de quien, habiendo padecido estos episodios agudos, fue sin embargo considerado por los peritos como una persona de psiquismo prácticamente normal, con ligero déficit judicativo.

Por otro lado, hay casos en que no suelen manifestarse los síntomas de la esquizofrenia, pero puede presentarse una alteración profunda de la identidad y conducta impulsiva e impredecible potencialmente peligrosa. En el trastorno límite o borderline, así por ejemplo, el ya inestable estado de ánimo puede acompañarse por una intensa ira con falta de control de los impulsos. En estos casos y circunstancias no puede dudarse acerca de la inimputabilidad si ellas se manifiestan al tiempo del hecho.

También en el trastorno esquizotípico pueden presentarse rasgos del trastorno límite e, incluso, estrés intenso, con síntomas psicóticos transitorios.

Distinción con el trastorno esquizoide

El trastorno esquizoide se halla agrupado dentro de los trastornos de la personalidad

El comportamiento puede ser excéntrico o con incapacidad para establecer relaciones sociales. Estos sujetos a menudo son incapaces incluso de expresar agresividad u hostilidad. Más bien muestran retraimiento, son fríos y distantes. Este trastorno se excluye, como diagnóstico, ante la presencia de síntomas psicóticos, así como con la esquizofrenia.

Se afirma que debe rechazarse la inimputabilidad del esquizoide, aún admitiendo que presente un cuadro psicopático con falencias intelectivas, así como disminución del control de los actos. Podrá en cualquier caso, cuando no se quiera rechazar la inimputabilidad del esquizoide, deberá aplicarse la pena atenuada por dicha circunstancia. Otros países la llaman como responsabilidad criminal disminuida.

Psicosis afectivas

En la clasificación internacional de enfermedades se conceptúa a las psicosis afectivas como aquellos trastornos mentales, por lo general recurrentes, en los que hay una alteración grave del ánimo, compuesta casi siempre por depresión y ansiedad, pero que también se manifiesta como alborozo y excitación, acompañada de uno o más de los siguientes síntomas y signos: a) Ideas delirantes; b) perplejidad; c) perturbación de la actitud hacia sí mismo; d) trastornos de la percepción y del comportamiento; ello, de acuerdo al ánimo prevaleciente de la persona.