martes, 18 de mayo de 2010

SOCIOLOGÍA CRIMINAL

LA SOCIOLOGÍA CRIMINAL

Este tema es muy interesante, conforme logremos introducirnos en su contenido veremos de que se trata y como poco a poco se asemeja a la sociedad que nos rodea.
Si se recuerda, el propio Lombroso ya había advertido la inescindibilidad biosocial en la dinamogénesis de la conducta criminal; particularmente, en las polémicas de su tiempo.
Diversas disciplinas se fueron desenvolviendo desde entonces, a partir de los nuevos niveles de observación que presentaba la propia época, ello, según su estadio científico. Esta evolución dio paso a esa totalidad u holística conductual hombre medio, que es la teorética de nuestros días.
A los estudios de la antropología y de la sociología criminales se añadieron: los de la Psicología criminal, con los aportes de Despine; los de la Medicina psicosomática, concepto que dio Halliday; y aun antes, los de la Psíconeurofisiología pavloviana y de la Neuropsicología de Bechterev, ambas en la primera década del siglo XX. En dicha época venían recogiéndose, a su vez, los frutos de la escuela psicoanalítica, con el psicoanálisis criminal de Alexander y Staub, entre otros. También irrumpió Watson, con su observación objetiva de la conducta, proponiendo hipótesis verificables con control de variables y posibilidades de reproducción fenoménica, estas fueron avanzando hasta las más sofisticadas teorías contemporáneas del aprendizaje criminal.
Las teorías del aprendizaje, la medicina psicológica, la psicología social, la genética, etc., vinieron a conformar un complejo integral, en el que se advirtió la real inescindibilidad conductual y el hecho de que cada disciplina fue sólo un escalón científico que, alcanzando un único y posible nivel de observación, no podía abrazar jamás por sí sola la complejidad etiológica humana, en su dinámica vital: la del hombre siendo en sociedad.
Dejando a salvo esta inescindibilidad, la sociología fue enriqueciéndose agigantadamente con los nuevos hallazgos disciplinarios. Así, se fue incluyendo el aprovechamiento del método estadístico, desde 1930, el que fue llevado al campo criminal con gran éxito, así por ejemplo la exposición relativa de la cifra oculta de la criminalidad; la utilización de la entrevista de la sociometría, del survey.

Concepto de sociología.
Aunque es difícil brindar un concepto compartido pacíficamente que aprehenda qué es la sociología criminal, diremos que puede considerarse como tal a la ciencia que estudia el delito como fenómeno social, es decir, la criminalidad, en toda su complejidad, y la pena, en cuanto reacción social, en sus orígenes, evolución y significación y en sus relaciones con los demás fenómenos sociales relacionados con una y otra.
La sociología y las ciencias del deber ser.
Algunos autores opinaron que la sociología criminal era una disciplina descriptiva que no podía abrazar al derecho penal, el que era una ciencia normativa. Lo contrario opinó Ferri.
Pero toda creación o manifestación humana es siempre fenoménica, aun en el campo jurídico, de allí que tenga niveles de observación y teoría psicológicos, biopsicológicos, psicosociales, sociológicos, etc.
La conducta humana, social o delictiva, normal o patológica, no es ni puramente ideal, ni puramente biofísica.
El mundo de las normas, valores y significaciones es la más elevada expresión biofísica; sin embargo, es tan aberrante querer desvelarlo en este nivel, como prescindir del mismo. Los conceptos ente ideal ente natural son complementarios.
No existe, aun conceptualmente, la estafa; siempre será mi concepto de estafa; la universalidad no operará sino por condicionamiento y la mayor universalidad dependerá del mayor marco de referencia compartido. Este fenómeno no es más cultural que natural. Se hace innecesaria otra explicación.
Relación de la sociología con otras disciplinas.
Toda indagación social grandilocuente de la conducta criminal nos va a enfrentar con inesperadas variables no controlables y cuyo análisis sólo puede desenvolverse en un plano puramente teórico especulativo;
Se analiza, para grandes grupos de sujetos toda clase de correlaciones entre el fenómeno criminal y las macro variables desgajadas de la totalidad: ver vi gracia las existentes entre:
1) La cultura;
2) La densidad de población,
3) Los regímenes políticos,
4) La situación socioeconómica;
5) La distribución de la riqueza,
6) La movilidad social,
7) La raza,
8) La religión, etc.
Con miras menos ambiciosas también se aíslan y computan otras variables intervinientes como:
1) El tipo genético;
2) La enfermedades de la mente;
3) El alcoholismo,
4) Los fenómenos de frustración a determinadas situaciones,
Son muchos los trabajos de criminología que teorizan y extraen conclusiones de la índole señalada.
Ello permite afirmar que si la sociología no puede desarticularse de la biología, ni de la psicología, ni de la estadística, ni del clima, etc., ello no obsta a la formulación de hipótesis controlables sobre el hombre que, como tal, es un animal biopsíquico que se desenvuelve en el medio de modo dinámico y conforme a leyes. Un ejemplo de este método lo han dado las teorías del aprendizaje, cuya indagación no ha tenido límite de áreas pero sí en punto a la forma de su indagación científico-empírica.-
Se puede, entonces, sostener que más allá de la natural interacción integral biopsicosocial, originariamente vislumbrada por los positivistas primigenios, así como de la aplicación a toda investigación de todos los múltiples aportes matemáticos, neuroquímicos, neurofisiológico sociales, etc., aquellos recortados y escindidos ensayos estadísticos no son en general, de otra utilidad que la curricular o el aseguramiento de la formación de una casta burocrática en la criminología, gozando del favor de Estado o instituciones particulares sin gran beneficio científico.
Fuera de lo dicho, es cierto que la sociología criminal halla explicación y se relaciona con factores ambientales, económicos, políticos, raciales, biológicos, pedagógicos, etc.
Falsa escisión entre la biología y la sociología criminal.
Es en la realización individual de la herencia filogenética, vida y desarrollo de la especie, donde ha de hallarse la explicación singular de la conducta criminal concreta.
La filogénesis no hace posible una sociedad respetuosa de las leyes, más que una comunidad criminal y beligerante; la ontogénesis, vida y desarrollo individuales, modela hombres honestos o criminales, pacifistas o beligerantes.
Ahora bien, aquello que el análisis escinde como social se halla en cambio, pautado bio filogenéticamente; del mismo modo, aquello que se escinde como biótico o filo biótico es la pautación misma de la experiencia social de la especie.
La educación
De lo dicho, avalado por investigaciones conductistas, reflexológicas y de neuroquímica celular de las últimas décadas, se desprende que el recién nacido, nuestro bebé, es potencialmente apto para ser un criminal, u literato, un político o un pastor; nuestra sociedad es potencialmente apta para desatar la guerra o para justificarla, para otorgar el premio Nobel de la paz o para financiar la fabricación de armas.
El hecho de que nuestro bebé vaya a ser un criminal o un benefactor, un músico o un vagabundo, un hombre honesto o un hipócrita, se inscribe en la realización ontogenética; esto es, en la dirección en que se modela la conducta no direccionalmente pautada al nacimiento, esto es, en la armonía y en la melodía que se arranca, en concreto, del teclado de la especie mediante un proceso educacional que tiene leyes y que deben aplicarse individual, grupal o socialmente como prevención.
Es claro que la educación referida, orientada y reforzada en uno u otro sentido, siempre ocurrirá en un complejo marco socioeconómico y sociopolítico; porque en este mundo desarrollado, tanto en el Este como en el Oeste, no faltará el hacinamiento, la urbanización caótica, la explosión demográfica, la desnutrición, en mayor o menor medida, la ambivalencia institucional, el abuso de poder, la arbitrariedad en la ejecución de la ley, etc. La cuestión es cómo, en igualdad de condiciones, es posible generar programadamente móviles secundarios éticos o en términos freudianos formar un súper yo fuerte y resistente a las grandes contradicciones sociales, sin que ello implique abandonar la lucha educativa y moralizante por un mejoramiento de esas condiciones.
La reducción de las últimas requiere un programa institucional que debe partir del ejemplo real operante en los más altos niveles; ello, según los valores sostenidos oficialmente. De lo expuesto se desprende que la reducción de la tasa criminal operante, en una sociedad dada, sólo puede tener éxito significativo si con antelación a la formación de las personalidades con conductas o con trastornos antisociales se actúa preventivamente.
La disminución del índice de la delincuencia es insignificante por vía del campo judicial; porque éste apenas si alcanza a una centésima parte de la cantidad real de delincuencia. Además, la justicia actúa cuando ya se han formado las estructuras criminógenas. Sin embargo, l expuesto de ningún modo legitima las anárquicas teorías o, más precisamente, discursos críticos, de la criminalidad.-
La educación debe formar parte de programas comunitarios de prevención y de reforzamiento social o profilaxis temprana, lo que también ocurre en el propio mundo comunista, al menos en el institucional, con independencia de los diversos objetivos ideológicos subyacentes.
Profilaxis y movilización social
La propia profilaxis soviética, sin abandonar en absoluto la disciplina y el castigo inminente y efectivo, antes que severo e hipotético, persigue el objetivo de movilizar a los miembros de la sociedad para la lucha contra el delito; ello, con medidas interrelacionadas que van desde el jardín de infantes, como primordial objetivo y por sobre la labor pedagógica en adolescentes y adultos.
En la profilaxis criminal soviética, por ejemplo, más allá de la fantasía teorética, se ha trabajado sobre tres niveles; el superior o nivel social; el medio o nivel grupal o de colectividades e institucionales sociales, y el nivel inferior o nivel individual. En el nivel social se analizan las variables macro sociales, como la labor educativa, los problemas sociales y económicos y el perfeccionamiento de las reacciones sociales, condicionando motivaciones, metas y medios de instrumentos operantes.
El segundo nivel es abordado con el ejercicio de la influencia profiláctica sobre los grupos intermedios, subsanando sus distintos defectos o desvíos, los cuales han sido advertidos.
En el tercer nivel se profundiza la educación individual, con acción sobre los valores, las opiniones y orientaciones antisociales y la inculcación del modelo de convivencia vigente.
Es obvio que toda educación social debe tender a asegurar un mínimo indispensable de disciplina sociopolítica; pero aquí no se hablará de los contenidos ideológicos, sino de los medios científicos en la lucha contra el crimen. En particular se deberá de interesar en la educación, la cual va desde la familia hasta el nivel institucional.
No ocurre menos en el modelo americano; aunque éste no aparezca como dirigista, lo cierto es que el Estado no se desentiende de la necesidad de asegurar un orden social. La preocupación en punto a la prevención primaria de la conducta antisocial forma parte de todo programa de bienestar, educación cultura y salud.
En EE.UU., como en la Unión Soviética, la influencia de la psicología conductual y neuropsíquica ejerció un benéfico aporte de la comprensión de la conducta desviada; ello no ha ocurrido con los países del tercer mundo, sin que sea decisiva necesariamente la variable económica. Esta no debe confundirse con la ambivalencia y la injusticia social.
El conductismo americano pretende, por ejemplo, la supresión del castigo y admite la mayor eficacia de la prevención; pero con sentido realista y como desiderátum; en tanto, no siendo aún factible su total puesta en práctica, no desconoce el efecto criminógenamente multiplicador de la delincuencia oculta, ni lo que significa la aprobación social del delito, ni el hecho de que el castigo tardío no ejerce influencia alguna sobre los impulsos delictivos.
En consecuencia de lo dicho se advierte:
1) Que el castigo debe ser real y no formalmente proporcionado al crimen;
2) Que la sanción debe ser inmediata y segura;
3) Que debe ser consecuencia de una desaprobación social, lo que coincide en líneas generales con la programación soviética.
Yo con los orígenes conducto lógico estudiadas en décadas pasadas, se sabe que el comportamiento delictivo dentro de las sociedades, es siempre consecuencia de un aprendizaje social que sigue las leyes del refuerzo dentro de un campo de disposiciones modelable.-

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